La bicicleta verde
Directora:
Haifa Al Mansour
Actores:
Reem Abdulah, Al Gohani
Drama /
Arabia Saudí - Alemania / Apta para todos los públicos / 93 min.
Lo
que rodea esta película resulta tan revelador y sorprendente como el propio
visionado del propio film. En un país donde el cine está prohibido, donde no
existen salas de exhibición y donde la mujer tiene muy restringidos sus
movimientos, condicionada siempre a la autorización masculina, esta resulta ser
la primera película rodada íntegramente allí y, además y esto es más
sorprendente aún, realizado por una mujer.
Efectivamente,
Haifa Al Mansour, una joven de 38 años, que estudió literatura en la
Universidad Americana de El Cairo y se diplomó en Dirección de Cine en la
Universidad de Sidney, es la primera realizadora saudí de la historia y ha
dirigido la primera película saudí de la historia, realizada gracias a la
coproducción de Alemania. Eso parece querer indicar que algo se mueve en ese
país árabe, aunque sea muy lentamente.
La
historia que cuenta La bicicleta verde tiene muchos puntos en común con
la realización de la película y con la propia vida de su realizadora. Cuenta la
ilusión de Wadjda, una niña de 12 años por comprarse una bicicleta para
competir con su vecino y amigo Abdullah. Su
madre se opone, su padre, que apenas aparece por la casa pues está
“pretendiendo” a otra mujer con la que su madre quiere casarle, ni quiere hablar de ello. Y es que en Arabia
Saudí las niñas tienen prohibido montar en bicicleta ante el temor a que
pierdan la virginidad. Wadja, ante la negativa de sus padres lo intentará todo
por conseguir el dinero, desde vender pulseras que ella misma hace, o cintas de
audio con música occidental que ella regraba, otra actividad prohibida en aquel
país, hasta competir en un concurso de recitación del Corán.
A
través de los ojos de esta niña vamos descubriendo las coercitivas costumbres y
las enormes contradicciones de este país musulmán, donde la mujer esta
totalmente subyugada al poder y mandato del hombre, sea este marido, padre o
hermano. Siempre habrá de depender de él para hacer cualquier cosa, desde
conducir hasta trabajar. Conducir está prohibido a la mujer y trabajar solo lo
hacen un 5% de las féminas. Vemos cosas tan sorprendentes para un occidental
como que las niñas no pueden ser observadas por un hombre en el patio del
colegio, dirigirse a un hombre que no sea un familiar o pintarse las uñas de
los pies.
Todo
está prohibido a la mujer, así que la realización de esta película es toda una
proeza y, quizá, una señal de que algo, aunque sea muy lentamente, está
cambiando en el país. Cuenta Haifa que la dirección de exteriores la tuvo que
hacer oculta en una furgoneta y dirigirse a sus actores por walkie-talkie. Una
azarosa producción que se prolongó por
tres años y que, antes que en España, ya ha sido estrenada con éxito en Francia
después de pasar por los festivales de Venecia, donde consiguió el premio Premio Cinema Avvenire, Toronto y La Mostra de Cine
de Valencia.
Y,
como en la propia vida de la realizadora, la película muestra como son las
mujeres las primeras en aceptar y también transgredir estás normas tan caducas
como insultantes para la igualdad de las mujeres. En una entrevista publicada
por El País, con motivo de su pase por la Mostra de Cine de Valencia, Haifa
explicaba conformada como las cosas estaban cambiando en su país, y como es la
mujer, a pequeños pasitos, la que estaba propiciando este cambio. No hablaba de
revoluciones, ni de cambios drásticos, sino de pequeños pasitos. Un país donde
la mujer tiene que salir cubierta hasta los ojos a la calle, donde la mujer ha
de servir y atender a todos los hombres que haya en la casa pero que, sin
embargo, no pueden compartir la misma habitación si no son familia; un país
donde un 70% de las mujeres es universitaria y que sin embargo tienen que pedir
permiso para trabajar. Un país del que, en general, no se habla como de una
dictadura y que, sin embargo, adolece de las mínimas libertades sociales y
civiles, y donde la mujer es la principal perjudicada.
Seguramente
la tiranía de la religión no es más que una coartada para perpetuar una
dinastía en el poder y unas tradiciones que dan el todo poder al hombre. La
historia que cuenta la película y la historia misma de la película son,
seguramente, una buenísima ocasión para acercarse y poder comprender, un poco,
este poderoso país del golfo.
Conclusión: No es solamente una lección de antropología
aplicada, también es una buena película.
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