Caníbal

Director: Manuel Martín Cuenca
Actores: Antonio de la Torre, Olimpia Melinte, María Alfonsa Rosso, Joaquín Núñez.
Drama / España / No recomendada para menores de 16 años / 117 min.
 
            Caníbal era una de las películas españolas preseleccionadas a los premios Oscar pero que, pese a las expectativas que despertó su pase por el Festival de Toronto, donde recibió excelentes críticas por parte de los profesionales y también una buena acogida por el público, la cinta se quedó en el camino a la nominación por parte de la Academia Española. Supongo que el premio a la mejor fotografía del último Festival de San Sebastián, a cargo de Pau Esteve Birba, le quitó el mal sabor de boca.
            Y es que la fotografía es uno de los valores del film. Otro puede ser el trabajo del versátil Antonio de la Torre, una especie de vaciado actoral en toda regla. No obstante, pese a reconocer el valor de una fotografía preciosista, no estoy seguro de que sea la adecuada para este caso.
            Hay que desvelar una parte de la sinopsis para explicar este comentario. El protagonista es Carlos, un sastre clásico y refutado de Granada, cuya vida transcurre monótona y sin sobresaltos, aparentemente. Vive frente a su sastrería, en una casa que podemos reconocer como la casa familiar, fría y desangelada. Solitario, no se le conocen aficiones ni obsesiones, salvo la del orden y la perfección. No se le conocen, pero tenerlas las tiene, y una en particular que da título a la película: comer carne humana. Carlos se dedica algunas noches a cazar a jóvenes desconocidas. Las mata, las descuartiza y conserva su carne el frigorífico perfectamente preparada en filetes, que luego se comerá parsimoniosamente en su gélida y desabrida cocina, simplemente frita, sin ninguna celebración especial.
            Con este argumento el tono general elegido es lento y repetitivo, tanto como la interpretación de Antonio de la Torre, un psicópata metódico y frio en el que parece que cualquier sentimiento humano hubiese desaparecido. Hasta que se enamora (caníbal enamorado). Martín Cuenca opta por una narrativa mínima, llena de silencios, de monótonos actos concretos y precisos, muy en la línea de otra película con psicópata a la que recuerda mucho, Las horas del día, primera película de Jaime Rosales y que utilizaba esta narrativa minimalista tan en boga últimamente.
            Es por todo lo anteriormente expuesto: el tipo de narración, de puesta en escena, de actuación y de tempo que una fotografía demasiado preciosista, aunque estéticamente impecable y técnicamente sobresaliente, parecen no casar del todo bien... O quizá esa sea precisamente la apuesta del director, huir de las imágenes frías, feistas o sucias a las que parece que estamos acostumbrados con estás temáticas y recurrir  a una fotografía cálida y luminosa.
            Martín Cuenca, después de títulos como La flaqueza del bolchevique, Malas temporadas o La mitad de Oscar, parece haber cambiado tanto de temática como de estilo, acercándose a la forma cinematográfica de Rosales o del austriaco (y venerado) Ulrich Seidl y su esplendida trilogía Paraíso, pero sin llegar a dotar a sus personajes de la hondura de los anteriores ni a la historia de la complejidad hiriente y mórbida de aquellos.
             
Conclusión: Una película española interesante, que no gustará a todo el mundo, pero que se puede ver.

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